La válvula de recirculación de gases de escape (EGR) se utiliza para reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) en todos los motores diésel a partir de la norma de emisiones Euro 5. Esto se consigue recirculando los gases de escape calientes en el conducto de admisión del motor. Esto reduce la temperatura de combustión en el motor y disminuye la formación de óxidos de nitrógeno.
La principal desventaja de la recirculación de los gases de escape es la vulnerabilidad técnica de la válvula EGR, que regula el suministro de gases de escape al flujo de aire de combustión. Los residuos de combustible como el hollín, la carbonilla y el aceite sin quemar entran en el tracto de admisión con la recirculación de los gases de escape y pueden restringir la maniobrabilidad mecánica de la válvula o atascar los codos de los tubos. El resultado es un mal funcionamiento de la válvula de recirculación de gases de escape, lo que puede provocar una gran acumulación de hollín, reducir el rendimiento del motor o dañarlo.
Para evitar daños graves en el motor, la válvula EGR debe limpiarse a tiempo. Los aditivos para combustible o los limpiadores en aerosol no pueden ayudar con las válvulas ya contaminadas debido a la incrustación persistente y la válvula debe ser desmontada. Una limpieza eficaz y a fondo se realiza en el baño de ultrasonidos junto con un concentrado de limpieza adecuado. Dependiendo del grado de suciedad, se recomienda la eliminación manual previa de los aglomerados gruesos de hollín con espátulas de plástico o madera. Tras una limpieza sin residuos, la válvula puede volver a utilizarse y se eliminan los elevados costes de sustitución.