En los dispositivos de limpieza por ultrasonidos, la cavitación favorece la eliminación de las partículas de suciedad del objeto sólido a limpiar. Otras aplicaciones son la homogeneización, en la que se producen emulsiones, y la desgasificación de líquidos. Debido a la bajísima presión existente en el interior de las burbujas de cavitación, los gases disueltos en el medio pasan a estado gaseoso. Cuando las burbujas de cavitación implosionan, sólo son reabsorbidas por el medio hasta el punto de equilibrio de la solución. El exceso de gas escapa del medio. El efecto utilizado para la sonicación de sustratos de biogás, por ejemplo, utiliza las fuerzas de cizallamiento generadas por la cavitación en la interfaz sólido-líquido y el ataque a la superficie resultante, que conduce a la conminución y desintegración de partículas cohesivas en medios líquidos.
La prueba de este efecto de cavitación puede proporcionarse fácilmente con el llamado Prueba de la lámina rendimiento: Una lámina de aluminio de 0,01 a 0,02 mm de grosor se estira sobre un marco de alambre, se introduce en el líquido y se somete a sonicación durante 60 segundos. La cavitación provoca perforaciones en la lámina, lo que facilita el reconocimiento de la intensidad y la distribución de la cavitación.